Fotografía de Sigmund Freud fumando en 1922,
por Max Halberstadt.
Sigmund Freud
Alguna vez nos hemos puesto a pensar en la importancia que tiene el trabajo de Freud para la sociedad contemporánea? No es que el sexo no existiera antes de él, ni que la gente no soñara o tuviese pensamientos incestuosos, no: estas cosas han existido desde el inicio de la humanidad. La importancia de su trabajo radica en que sacó a la luz, ventiló, estudió y le dio la importancia que tiene la sexualidad y el mundo del inconsciente en el desarrollo del individuo y de la sociedad. Su obra abrió el camino de la revolución sexual, misma que ha permitido que mujeres y homosexuales reivindiquen sus derechos en la opresora sociedad patriarcal erigido por los varones. Sigmund Freud, el judío, el revolucionario, el que derribó tabúes, se paseó por las calles de Viena en la época gloriosa del la decadencia del Imperio Austrohúngaro. Su trabajo está profundamente relacionado con el florecimiento y la búsqueda renovadora de las artes y la literatura en Occidente y especialmente en su ciudad natal.
Biografía de Freud
(Tomada de psicologiaeninfografias.wordpress.com)
Caminé por las calles de Viena hasta que encontré la casa que habitó Sigmund Freud. No fue algo que hubiera planeado. De hecho, desde el momento en que decidimos viajar a Viena en pleno invierno, en lo único que pensé fue en la ópera. Para mí, la capital del antiguo Imperio Astrohúngaro era sinónimo de música. Pero luego de varios días de caminar por la ciudad, después de disfrutar de los parques, los teatros, la arquitectura monumental, tras haber agotado el recorrido típico del turista que incluye el espectáculo de la Escuela Española de Equitación y los recuerdos de Sissi, esa mañana, mientras mi compañero disfrutaba de un delicioso "Sachertorte" y un café con nata, yo me dediqué a seguir las huellas de Freud. En ese momento no supe si lo hice por "snobismo", por decirle a los amigos "¿Conocen la casa de Freud? Es uno de los rincones poco visitados de Viena"
así, como si yo fuera a Viena cada mes, o sí sólo fue la curiosidad, el morbo, como si esperara ver a alguna mujer atormentada o un hombre agobiado por sus problemas reprimidos saliendo del consultorio . Ahora que los años han pasado, creo que en cierto modo fue una especie de búsqueda interior. Nunca me he psicoanalizado y eso que hace años tuve un buen amigo psicoanalista. No porque no lo necesite, sino porque me da miedo lo que pueda encontrar en mi inconsciente. Y es que como alguien dijo "en el fondo de todo siempre está la madre". Y como a mi mamá la quiero mucho, prefiero dejar así las cosas, en santa y precaria paz y no moverle a los posibles rencores ocultos. En fin, la dichosa casa en donde nació el famoso psicoanálisis es una construcción decimonónica como muchas hay en la ciudad, con una escalera de piedra poco iluminada, oscura como la misma Viena por las noches, con un poco de misterio y mucho de la magia que envuelve a los mitos. Para desgracia mía, mas no de la gente, ahora es un museo, mismo al que no entré. No por el costo, sino porque yo buscaba una experiencia más íntima. Cuando intentaba conectarme emocionalmente con el edificio, la presencia de un matrimonio austriaco muy serio, que me miró como quien ve a un hotentote surgiendo del Kalahar, me cohibiói. Así que, agobiado por mi complejo de inferioridad (¡cuánto pude haber discutido con el maestro sobre el tema!) a toda carrera salí de ahí. Eso sí, antes de marcharme, le pedí a un desconocido menos hosco que salía también del edificio que me tomara una foto en la escalera. Como el hombre sonrió, pensé que muchos habían hecho lo mismo. No sé en dónde quedó la fotografía, en algún rincón del disco duro de mi ordenador estará perdida. Pero cuando salí a la calle me sentí inundado por una dicha repentina y extraña. Sí, estuve en la puerta de la casa que habitó Sigmund Freud y en ese momento entendí que mi vida está ligada a la historia del mundo y que Viena era parte de mí mismo. Y le di gracias a Freud desde el fondo de mi atormentado y caótico inconsciente.
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